martes, 11 de diciembre de 2018

Las preocupaciones y grandes mitos de las pruebas de la mamografía





El recorrido presencial y su imaginación previa de un paciente por una sala de radiodiagnóstico forma parte de sus experiencias de ‘relación’ con los espacios (vestidor, sala), la posición, el ‘roce’ con los equipos (con la sonda y el gel en ecografía, con las antenas en resonancia, con el compresor en mamografía, con las sondas en estudios digestivos, con las sustancias de contraste…) e incluso con los ruidos o con las propias representaciones gráficas de las imágenes.

Incluyendo el asunto de los valores de Dosis de Radiología, y que el diagnóstico de una única prueba puede no ser concluyente sino complementario a otras pruebas, nos encontramos con que la experiencia del paciente en Radiología está llena de incertidumbres  que se suma a los riesgos de las Dosis o de los riesgos y efectos de los agentes de contraste, donde el Consentimiento Informado es un proceso que ‘parece’ estar resuelto con la firma del paciente y sin embargo muchas veces no sabemos si una reacción alérgica al contraste se ha producido por un estado de ansiedad, que puede confundirse también. En Clínica Resolana velamos para que el paciente cuente con la mejor experiencia. 

Las preocupaciones y grandes mitos de las pruebas dela mamografía
La paciente (el 99 % de las mujeres son las citadas en sala de mamografía) que recibe una cita para hacerse una prueba de mamografía habitualmente se hace un recorrido mental sobre cómo va a ser su experiencia.

Falsos mitos de las mamografías
1.Las mamografías no ayudan:

El aumento de las tasas de supervivencia del cáncer de mama se atribuyen a los mejores resultados por la combinación de tratamientos (Radioterapia, Inmunoterapia, Cirugía, Quimioterapia), aunque se está poniendo en tela de juicio la detección temprana o el sistema de cribado poblacional.

Es cierto que actualmente existe un escepticismo sobre la mamografía para que se hagan a mujeres mayores de 50 años a menos que tengan antecedentes familiares de cáncer de mama o riesgos propios como cáncer de ovario o de útero (existe relación hormonal entre la mama y los ovarios y útero o cérvix).

Sin embargo, la detección temprana del cáncer a través de la mamografía no sólo ayuda a la intervención de los tratamientos para sobrevivir al cáncer sino también para elementos clave en la mujer: antes se diagnostica, antes se evita la mastectomía o extirpaciones muy pequeñas en cirugía que ayudarán a salvar la propia mama, no sólo la vida del paciente. La ‘normalización’ anatómica también es un factor a tener en cuenta.

2.La mamografía produce cáncer:

Las dosis de radiación en las mamografías utilizan valores aproximados a la radiografía, y por tanto el riesgo de daño oncológico es extremadamente bajo. De hecho, es imposible atribuir a un paciente que, debido a las pruebas de radiodiagnóstico, pueda generarse cáncer porque también existen cánceres latentes que no han ‘dado la cara’.Sin embargo, gracias a la innovación en tecnología, las dosis de radiación en la mamografía han disminuido constantemente con el tiempo, y a su vez hemos aumentando en precisión y la calidad en la imagen, por eso se diagnostica más y mejor.

En Radiología usamos el criterio ALARA, como principio constante de precaución: sabemos que los beneficios de detectar y tratar algo superan con creces el potencial extremadamente pequeño de daño causado por la exposición a la radiación. Por ejemplo, es cierto que la Radioterapia sí puede generar cáncer. Está probado.

3.Las mamografías tienen errores:

Aunque las mamografías son la mejor herramienta que tenemos en la detección temprana, en general, las mamografías son aproximadamente un 80% efectivas en la identificación de un cáncer. Por eso se complementan con las Ecografías, con la Resonancia Magnética e incluso con la Medicina Nuclear cuando se usa un marcador para detectar actividad tumoral en los ganglios de la axila.

También es posible que aparezca un resultado falso positivo (cuando una mamografía indica la presencia de cáncer y no es cierto cuando se hacen las otras pruebas complementarias). Aunque la mayoría de las mujeres recitadas, para otras pruebas complementarias, no tienen cáncer, es importante saber que el control periódico es importantísimo: Sabemos que los hábitos de vida no saludables (fumar, obesidad, alcohol, inactividad física) aumentan mucho los riesgos de cáncer de mama. Es cierto que la repetición de pruebas producen inquietud, incomodidad y ansiedad: pero tenemos mucha experiencia en saber que “no había cáncer y ahora está, y es muy agresivo” cuando hubo un error de diagnóstico y la paciente dejó de confiar en la mamografía.


4.Las mamografías son dolorosas:

Tampoco los Técnicos de Radiología tienen todos el mejor día, todos los dias, para tener mayor o menor sensibilidad o a veces tienes que correr demasiado haciendo las pruebas por una mala gestión de citas en el Servicio (no se recomienda citar más de 23 pacientes por turno en una misma Sala con un mismo profesional, con el fin de que atiendan adecuadamente en tiempo y forma a las pacientes), ni todas las Pacientes ni la misma estructura de tejidos mamarios (mamas densas o menos densas), o podemos incluir la sensación de miedo o ansiedad por el propio diagnóstico. A veces duele más la tirantez que produce en los músculos del hombro, y la ‘tensión’ hace que parezca que duele todo.

5.Collarín de tiroides:

El análisis dosimétrico del estudio internacional más citado expresa en sus conclusiones que “el blindaje de tiroides durante la mamografía es innecesario, y puede aumentar las repeticiones en lugar de disminuir la protección radiológica de la tiroides” (media de repetición de pruebas de un 20 %.). El protector de tiroides durante la mamografía (Radiologia Club. Agosto 2016) es un artículo previo al más reciente No hace falta el collar plomado para tiroides en la prueba de mamografía (diciembre 2017), donde un vídeo experimental demuestra una medición de energía ionizante, cuya cantidad es prácticamente despreciable como para seguir pensando en el collar de tiroides como necesario.

En cuanto al riesgo de dosis en glándula tiroides por la mamografía, tenemos que el 7º Informe sobre Efectos Biológicos de la Radiación Ionizante (BEIR VII) determinó que el riesgo durante toda la vida de padecer un cáncer de tiroides inducido por radiaciones es de 14 por cada 100.000 mujeres expuestas a 0,1 Gy. Por lo tanto, asumiendo la mayor dosis posible de 4,7 mSv por mamografía convencional (es menor en mamografía digital), el riesgo durante la vida de padecer un cáncer de tiroides inducido por un examen de screening para una mujer de 40 años es de seis por billón. Esto es, 1 en 166.000.000 (uno en 166 millones). Incluso, este riesgo disminuye con la edad.

Si sumamos el riesgo para múltiples exámenes, el riesgo acumulado de tener un cáncer de tiroides a causa de un screening mamográfico anual entre los 40 y los 80 años es de aproximadamente 56 por billón. Es decir, 1 en 17.800.000 (uno en casi 18 millones).


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